miércoles, 2 de mayo de 2012

EL SUEÑO MÁGICO


Había una vez un país en el que cada vez más personas estaban sin trabajo o eran pensionistas. Los que trabajaban tenían que mantener con sus retenciones tributarias el llamado Estado del Bienestar. La balanza se desequilibraba y las previsiones eran cada vez más pesimistas. Además se defraudaba a la hacienda pública de muchas y variadas formas. Se había engañado tanto a los responsables de recaudar tributos que estos desesperados amnistiaban a quienes quisieran blanquear capitales negros que habían huido del control fiscal.

El Estado, que ya no tenía todas las competencias estatales por haberlas transferido, debía dinero a los bancos e inversores que se lo habían prestado y no tenía capitales remanentes para aguantar una crisis económica tan grave y larga; cercana a cumplir el primer lustro. Y se le auguraba otro lustro más de duración, por lo menos.

Las medidas equivocadas, tomadas al principio de la crisis, habían vaciado la caja pública estatal a una velocidad vertiginosa. Se llegaron a dar 400 euros a muchos declarantes, en lugar de exigirles a los defraudadores el dinero que habían evadido.Y para agravarlo aún más, el resto de las administraciones -que eran muchas-, autonómicas, provinciales, locales, se estaban endeudando aún más que la estatal. Y algunas de ellas llegaron a la quiebra técnica.

La situación era totalmente sombría y cada día un guirigay de voces se alzaba en airada discusión sin que se pusieran de acuerdo los diferentes intereses de muchos protagonistas. El nuevo gobierno tenía que tomar en solitario medidas totalmente contrarias a las equivocadas del anterior, duras y reformadoras, y lo hacía empujado por los gobernantes de otros países cercanos que temían lo peor para este estado tan empobrecido cuando antes era uno de ellos, eso parecía, por el espectacular crecimiento económico que alcanzado.

Este país, al que se le prestaba dinero a regañadientes a cambio de intereses muy altos, era ahora una vergüenza para otros estados que tenían una situación más desahogada. Ello también agravaba aún más la situación de otros países afectados por la misma crisis, puesto que los capitales para salvar a países al borde de la ruina no eran infinitos.

Y sucedió que una noche todos los ciudadanos de ese país tan endeudado tuvieron el mismo sueño. Todos habían visto en el sueño cómo las cárceles del país se llenaban de quienes habían engañado  a los demás robando dinero que no les pertenecía y que muchas veces era de todos. Quienes mentían con sus embustes diarios, dimitían. Y sólo quedaban al frente de las instituciones públicas quienes tenían brillantes ideas que puestas en práctica y sin engaños podían sacar, muy lentamente, al país de la grave enfermedad que padecía. Igualmente quienes habían engañado a los intereses públicos vieron que se había descubierto la mentira y se les había restado de sus bienes el tributo correspondiente. Así, el Estado en cuestión recuperó una liquidez que había perdido e incluso podría zanjar algunos préstamos próximos a vencer.

Empezaba un gran día para este país que tenía una oportunidad mágica de recuperar ilusiones perdidas dejando atrás una época triste y negra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario